martes, 1 de abril de 2008

LA PERLA CAPITULO 2

El pueblo se encontraba en un amplio estuario, sus viejos edificios de fachadas amarillas no se apartaban de la playa. Y en la playa se alineaban las canoas blancas y azules que venían de nayarit, canoas preservadas durante generaciones por un revestimiento, duro como el nácar y a prueba de agua, cuya fabricación era un secreto de los pescadores.Eran canoas altas y elegantes con proa y popa curvas, y una zona reforzada en el centro, donde se podía instalar un mástil para llevar una pequeña vela latina; la playa era de arena amarilla pero, en el borde del agua la arena era sustituida por restos de conchas y de algas. Cangrejos vionilistas hacían burbujas y escupían en sus agujeros en la arena y, en los bajíos, pequeñas langostas entraban y salían constantemente de sus estrechos hogares entre la arena y el canto rodado. El fondo del mar era rico en cosa que se arrastraban y nadaban y crecían. Las algas marrones ondeaban en las leves corrientes, y la verde hierba anguila oscilaba, y los caballitos de mar se adherían a sus tallos. El bote marchando, el pez venenoso se hallaba en el fondo de los lechos de hierba anguila y los cangrejos nadadores de tonos brillantes pasaban sobre ellos a toda velocidad.En la playa, los perros y los cerdos hambrientos del pueblo buscaban insensatamente algún pescado o algunos pájaros marinos muertos que hubiesen llegado hasta allí con la marea.Aunque la marea era joven, el brumoso espejismo ya había aparecido. El aire incierto que magnificaba unas cosas y escamoteaba otras, pendía sobre el golfo, así que todas las imágenes eran irreales y no se podía confiar en la vista; el mar y la tierra tenían la s esperas claridades y la vaguedad de un sueño.pueblo se encontraba en un amplio estuario, sus viejos edificios de fachadas amarillas no se apartaban de la playa. Y en la playa se alineaban las canoas blancas y azules que venían de nayarit, canoas preservadas durante generaciones por un revestimiento, duro como el nácar y a prueba de agua, cuya fabricación era un secreto de los pescadores.Eran canoas altas y elegantes con proa y popa curvas, y una zona reforzada en el centro, donde se podía instalar un mástil para llevar una pequeña vela latina; la playa era de arena amarilla pero, en el borde del agua la arena era sustituida por restos de conchas y de algas. Cangrejos vionilistas hacían burbujas y escupían en sus agujeros en la arena y, en los bajíos, pequeñas langostas entraban y salían constantemente de sus estrechos hogares entre la arena y el canto rodado. El fondo del mar era rico en cosa que se arrastraban y nadaban y crecían. Las algas marrones ondeaban en las leves corrientes, y la verde hierba anguila oscilaba, y los caballitos de mar se adherían a sus tallos. El bote marchando, el pez venenoso se hallaba en el fondo de los lechos de hierba anguila y los cangrejos nadadores de tonos brillantes pasaban sobre ellos a toda velocidad.En la playa, los perros y los cerdos hambrientos del pueblo buscaban insensatamente algún pescado o algunos pájaros marinos muertos que hubiesen llegado hasta allí con la marea.Aunque la marea era joven, el brumoso espejismo ya había aparecido. El aire incierto que magnificaba unas cosas y escamoteaba otras, pendía sobre el golfo, así que todas las imágenes eran irreales y no se podía confiar en la vista; el mar y la tierra tenían la s esperas claridades y la vaguedad de un sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

dxzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Unknown dijo...

zzz